jueves, 9 de junio de 2011

¿Hacia la suspensión de las primarias?

Por Carlos Tórtora para el Informador Público
Tal como están las cosas, el 14 de agosto, Ricardo Alfonsín, Eduardo Duhalde, Elisa Carrió, Alberto Rodríguez Saá, Hermes Binner y tal vez Cristina Kirchner se presentarán en las primarias de sus partidos o alianzas como candidatos únicos, es decir, sólo para cumplir un trámite legal. Dos meses después, los mismos candidatos volverán a presentarse para competir por la presidencia en la elección general. Pero, al ser candidatos únicos, ¿no estarán ya compitiendo entre sí en las primarias?
El fracaso del régimen de primarias establecido por el Título II de la Ley 26.571 está a punto de consumarse. Su objetivo era aumentar la participación del electorado en la elección de los candidatos. Pero esta razonable finalidad presupone la existencia de opciones por parte de cada partido. Como sólo habrá candidatos únicos, la ciudadanía no podrá elegir dentro de cada partido. En la práctica, sólo podrá optar entre candidatos de distintos partidos. En síntesis, la primaria se está transformando, por su fracaso, en una primera vuelta. Así las cosas, al menos en este proceso electoral, da la impresión de que habrá dos primeras vueltas, una el 14 de agosto y otra el 23 de octubre.

Tendencias imprevisibles
Es una incógnita cuál será en definitiva la conducta del electorado ante un sistema que funciona anormalmente de esta forma.
Desde ya que existe la posibilidad de que los dos candidatos más votados en la primaria, con ese envión, acumulen todavía muchos más votos en la segunda primera vuelta del 23 de octubre, por llamarla de algún modo. El éxito de ser una de las dos fórmulas más votadas atraería cada vez más votantes.
De ser así, según las encuestas actuales, CFK -si es candidata- y Alfonsín serían los grandes beneficiarios de la primaria y Duhalde, Rodríguez Saá, Binner y Carrió, los perjudicados. Esta hipótesis está empezando a causar preocupación en el Gobierno. El motivo es simple: si la primaria potencia a las dos fórmulas más votadas, el candidato opositor más fuerte, por ejemplo Alfonsín, podría rápidamente absorber votos de los demás candidatos opositores y acercarse así al ansiado 30% que obligaría a que el 20 de noviembre se dispute el ballotage. Si el electorado opositor saca cuentas, el 14 de agosto, que hay sólo un candidato en condiciones de alcanzar la segunda vuelta, podría optar por el voto útil, apoyándolo entonces el 23 de octubre como si fuera una segunda vuelta.
Aunque todo esto es sólo una hipótesis, la posibilidad de que el Gobierno termine con la primaria haciendo el papel de aprendiz de hechicero es un riesgo que existe.

¿Otra vez la suspensión?
Frente a estos peligros, se estarían urdiendo nuevos escenarios alternativos. Por ejemplo, el planteo, ya realizado dos semanas atrás, por Margarita Stolbizer, de que se dejen sin efecto las primarias. Razones no faltan: el próximo 25, como máximo, se presentarán las candidaturas y quedará en claro que sólo habrá candidatos únicos. ¿Qué sentido tendrá entonces el multimillonario gasto comprometido si la primaria no cumple sus objetivos? Es cierto que los presidenciables deberán contar, para seguir hasta octubre, con un piso mínimo del 1,5% del total de votos válidos emitidos en todas las primarias. Obtener este piso sería la única y paupérrima razón de existir de las primarias. El caso es que al menos dos candidatos de la oposición ya están conversando acerca de acordar la presentación de un proyecto de ley que suspenda al menos por esta vez las primarias, una vez que se inscriban las fórmulas y que quede claro que no habrá competencia. Si el kirchnerismo llega a la conclusión de que, como se están dando, las primarias aumentan el riesgo de que haya segunda vuelta, podría inclinar la balanza a favor de que el Congreso las suspenda. Antecedentes no faltan. La ley 25611 de internas abiertas y simultáneas sancionada en el 2002 nunca llegó a aplicarse. Primero fue suspendida y luego derogada. Claro está que, aun cuando el gobierno apostara finalmente con éxito a suspender las internas, habría más de un problema jurídico. Por ejemplo, el cronograma electoral debería empezar de cero, ya que todas las presentaciones realizadas para las primarias carecerían de validez.

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